Muchas de las prácticas que se
realizan en la etapa de los 0 a 6 años de edad son cuestionables si tenemos en cuenta sus necesidades. Sabemos, que los adultos tienen diferentes necesidades e intereses, no son todos
iguales; pero al referirnos a los niños se nos olvida que todos son diferentes, que cada niño tiene unas
necesidades únicas, que los ritmos de cada niño son los suyos y que tener una
misma edad cronológica no significa que necesite las mismas actividades y en el
mismo momento que otros niños que tienen esa edad.
Podríamos llegar a
pensar que es la ley de educación
Infantil la que nos dice que hay que llevar a cabo estas
prácticas, pero cuando recurrimos a ella descubrimos que habla de tener en
cuenta la individualidad de cada niño, de crear rincones con materiales
diversos que posibiliten la elección de la actividad por parte del niño, de la
utilización de materiales diversos para favorecer el descubrimiento y permitir
la observación, la simbolización y la representación y que establece el juego
como el principal recurso metodológico.
El juego
El
juego es un derecho de la infancia, no una pérdida de tiempo. Los niños
aprenden jugando cuando el juego es libre, cuando los niños pueden elegir a qué
jugar, cómo y durante cuánto tiempo, cuando se implican emocionalmente. Durante
el juego libre, el rol del adulto cambia, ya no dirige el juego, ya no elige a
qué jugar, sino que les da la seguridad emocional, los observa mientras juegan
para conocerlos y así poder ofrecer la respuesta adecuada a cada uno. Debemos
devolver al juego el valor y el respeto que se merece. Vaciar una caja de
construcciones en medio de una sala para que todos los niños jueguen a lo mismo
y en el mismo momento y de la forma que dice el adulto no es jugar.
El movimiento
Los niños hasta los 2 años se
encuentran en una etapa sensoriomotora esto quiere decir que desarrollan su
inteligencia a través del movimiento y de las experiencias sensoriales. El
movimiento no debemos de entenderlo como el desarrollo de unos músculos cuyo
fin es ponerse de pie. Hoy en día tenemos datos para poder afirmar que muchas
dificultades de aprendizaje se deben a no haber experimentado lo suficiente
durante la fase del suelo, de ahí, la importancia de no forzar a los niños a
adoptar posturas que no llegan por sí mismos, de no adelantar etapas. El
movimiento debe de partir del deseo del niño y es lo que le permitirá explorar
y por lo tanto aprender.
El apego
Formar un vínculo con un
adulto es vital para el bebé, le garantiza su supervivencia y el niño se siente
protegido. Hubo una época en la que se creía que si el niño recibía contacto y
se satisfacían sus necesidades afectivas, se convertiría en un ser dependiente,
por lo que habría que marcarle unas horas rígidas para dormir, unas horas para
para las tomas y debería haber el mínimo contacto posible. Hoy en día sabemos
lo equivocadas que son esas técnicas y cómo han perjudicado al desarrollo de
los bebés; en cambio hay profesionales no actualizados que siguen creyendo que
son adecuadas y por lo tanto no cogen a los bebés, no los tocan, recomiendan
dejar al bebé llorando para que se “acostumbre” a estar en un centro infantil,
incluso la alimentación se ofrece “a distancia” creyendo que de esta forma
conseguirán niños independientes. Lo que nos demuestra toda la investigación
sobre el desarrollo del niño hasta hoy, es justo lo contrario, que el niño
necesita una persona que le ofrezca seguridad, cariño, que responda a todas sus
necesidades, necesita que lo toquen… para después ser una persona segura, que
pueda explorar, que pueda aprender y que sea autónoma.
Actividades artísticas
El dibujo es un medio de
expresión como lo es el lenguaje, el juego… si es un medio de expresión debería
de estar disponible para los niños en todo momento y esta expresión debería de
ser libre. Pero suele ser habitual que este tipo de actividades estén dirigidas
por el adulto y que persigan unos objetivos y unas necesidades adultas. Cuando
el adulto organiza manualidades o murales con los niños ¿de verdad tiene en
cuenta las necesidades de los niños o tiene en cuenta las necesidades del
adulto?, ¿es una necesidad de los niños hacer un mural?, ¿se está dando
importancia al proceso o al producto?, ¿estamos teniendo en cuenta que los
niños disfruten o que el mural quede bien acabado?.
Las actividades dirigidas
El niño pequeño necesita
moverse, la neurociencia ha demostrado que el cerebro aprende lo que le causa
emoción. Los niños pequeños no experimentan conceptos a través de una ficha, sino
que necesitan estar en contacto con la realidad. Al utilizar este tipo de
actividades tampoco tenemos en cuenta la individualidad de los niños, los
intereses, los ritmos, las necesidades… porque ofrecemos a todos lo mismo y en
el mismo momento teniendo como referencia únicamente una edad cronológica.
Así, podemos concluir diciendo
que el que algo “se haya hecho siempre” no significa que esté bien hecho ni que
se ajuste al desarrollo del niño. Los primeros años de vida son unos años
básicos en los que se asientan las bases de todos los aprendizajes posteriores.
Deberíamos de reflexionar más sobre lo que ofrecemos a los niños en durante
esta etapa.
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